jueves, 8 de mayo de 2008

Rosemberg Sandoval

casita de arroz

cuento corto

Pero también es mejor volver a la exposición donde la cerámica era mi piel, yo la vi, tú viste la tuya propia, donde comprendí mi calidad de Ometochtli y tú la de Xochipilli. Fui, por vez séptima, convertido en el goleador maya, tuve (con mucha pena y alegría junta) que cercenar al jefe del otro equipo desde el cuello. Luego me tendí en el chac mool y ofrecí mi corazón al tuyo, como siempre lo hago, como siempre lo seguiré haciendo.